Por: Juan Camilo Reyes Marfoi.
Mucho de lo que se nos cuenta desde medios como la BBC, CNN, DW o RT tiene una línea editorial que, más que informar, ordena el relato. Seleccionan las imágenes, silencian algunas voces, exaltan otras y nos entregan versiones “oficiales” que muchas veces son verdades a medias.
Entender que lo que está haciendo Israel en Gaza es una limpieza étnica sistemática, requiere ir más allá del titular y preguntarse quién narra, para quién, y con qué intereses. La ocupación no es nueva, pero sí se recicla con discursos e información de “defensa” o “seguridad”, mientras los palestinos son arrinconados, bombardeados y deshumanizados.
Y mientras eso ocurre, se nos exige “equilibrio” al momento de opinar. De contraparte la tesis del choque de civilizaciones de Samuel Huntington cobra un matiz particular al analizar el conflicto en Medio Oriente desde una mirada más contextualizada y menos occidentalizada. Huntington propuso que, tras la Guerra Fría, los conflictos no serían solo ideologías o estados, sino entre grandes bloques civilizatorios con valores culturales y religiosos irreconciliables. En su visión, el Islam y Occidente serían civilizaciones naturalmente en tensión, casi destinadas a enfrentarse.
¿Desde dónde se mira?
Tratar de comprender Medio Oriente desde una perspectiva occidental es como intentar leer jeroglíficos con un diccionario de emojis. Se cae fácilmente en errores teóricos, conceptuales y hasta éticos. ¿Por qué? Porque el paradigma del Estado-nación ya no explica lo que pasa. Hoy, lo que mueve el mundo no son necesariamente gobiernos, sino corporaciones privadas, fondos de inversión, think tanks, y supranacionalidades opacas que controlan rutas comerciales, producción tecnológica, energía y, claro, los medios de comunicación. ¿Ejemplos? La famosa Ruta de la Seda cambió; ahora pasa por acuerdos digitales, satélites, cables submarinos, inteligencia artificial y minería de datos. El nuevo orden mundial es un poder sin rostro, sin territorio definido, pero con influencia en todas partes. A esto se suma una transfronterización radical, que elimina culturas, fronteras físicas y formas de autodeterminación.
Bienvenidos al Olimpo Global
Hoy el mundo parece estar gobernado por una élite casi mitológica, el Club Bilderberg, la masonería financiera, las big techs, y sus brazos armados de control: inteligencia, lobby, armas, deuda. En este escenario, el proyecto moderno —basado en razón, ciencia y república— se convierte en un objeto de museo. Entramos a la era del transhumanismo, donde el hombre ya no es fin, sino medio: se explota, se controla, se digitaliza. (Han, 2022).
Medio Oriente como espejo de la crisis civilizatoria
El conflicto Israel–Palestina no puede leerse sin entender las raíces religiosas, políticas y económicas. El régimen del Ayatolá en Irán, por ejemplo, no es solo una teocracia, sino una estructura de poder chiita que hace contrapeso a los sunitas. Mientras Irán lidera vía Hezbollah, los califatos sunitas han desplegado hermandades como el Estado Islámico, con influencia en Siria, Irak y otros focos de tensión. La Primavera Árabe desató esperanzas, pero también fracturas. Y la partición de Palestina por parte de la ONU en 1947, con el aval de las potencias, fue el punto de partida del desastre contemporáneo. Irán ha consolidado una red de aliados y milicias en Irak, Líbano, Siria y Yemen, donde los hutíes controlan el acceso al Mar Rojo, clave para el comercio internacional.
Las potencias juegan en tablero ajeno
Estados Unidos, Gran Bretaña, OTAN y varios países árabes (como Qatar, Emiratos, Arabia Saudita) respaldan intereses estratégicos, no democráticos. Israel se instaura como bastión militar, tecnológico y nuclear de Occidente en una región donde la guerra ya no es solo territorial, sino energética, financiera y simbólica. En este ajedrez, Irán y su eje (con China, Rusia y parte del sur global) representan un desafío al orden unipolar.
El eje Tel Aviv–Mossad y el colapso energético
Tel Aviv es algo más que una ciudad costera moderna, es uno de los centros financieros más influyentes de Medio Oriente, con bancos, startups tecnológicas y conexiones profundas con capital internacional. El Mossad, agencia de inteligencia israelí, no solo actúa como espía estatal, sino como defensor del ecosistema financiero y estratégico del país. Su poder no está solo en la información, sino en el sabotaje, la guerra cibernética y las operaciones encubiertas. En la actual ofensiva, Israel ha sido objeto también de golpes estructurales, el ataque al aeropuerto Ben Gurión, la paralización parcial de su sistema energético y la destrucción de infraestructuras críticas muestran que el conflicto ya no es asimétrico. Hay fuerzas que buscan desestabilizar ese núcleo de poder militar y financiero.
¿Y por qué todo gira en torno a Irán?
Irán es una potencia energética y geoestratégica. Controla, junto con aliados, el estrecho de Ormuz, por donde pasa más del 20% del petróleo mundial. Tiene influencia sobre el gas natural, alianzas con China (acuerdo de 25 años), y presencia directa o indirecta en zonas clave del Golfo Pérsico. Para Asia, Irán es una puerta entre la energía fósil y los nuevos corredores comerciales alternativos al dólar y al sistema financiero occidental.
¿Y qué pasa con Estados Unidos?
La hegemonía estadounidense está en crisis. El dólar, tradicional moneda dominante, ha comenzado a perder terreno frente a acuerdos bilaterales entre potencias que ahora comercian en yuanes, rublos o criptomonedas soberanas. Países como China, Brasil, Irán, Rusia y Arabia Saudita han empezado a diseñar un nuevo orden financiero que bordea al SWIFT y desafía el monopolio del petrodólar. La deuda externa de EE.UU. es impagable, la Reserva Federal imprime sin respaldo y las guerras constantes —como las del Medio Oriente— son cada vez más caras y menos justificables frente a la opinión pública. El modelo neoliberal, sostenido por la especulación, las armas y la propaganda, empieza a mostrar grietas profundas. Y esas grietas no solo están en Wall Street, sino en la legitimidad misma de un imperio que se desinfla mientras el tablero global se reconfigura… sin pedirle permiso.